¿Cuántas veces, a lo largo de nuestra vida, hemos llevado nuestras manos a la zona dolorida después de recibir un golpe? ¿Y no hemos hecho el mismo gesto de llevar nuestras manos hacia otra persona, cuando ésta ha sufrido un accidente?
Esta acción instintiva y efectiva (el dolor se calma y notas una sensación de alivio al calor del contacto humano), se multiplica al hacerlo de forma consciente. Es lo que se llama la Imposición de Manos y que el ser humano ha utilizado desde tiempos remotos.
REIKI es esta misma forma de sanación a la que, para facilitar su práctica, se añadieron unos símbolos que, como llaves maestras, abren nuestros canales de energía e incluso la amplifican.
Además de su utilidad práctica, REIKI es un camino de evolución personal, de crecimiento. Paso a paso, nos vamos adentrando en nuestro universo interno. Primero de forma física, sintiendo e incluso visualizando la energía. Después, aprendiendo a gestionar nuestras emociones, nuestro espacio mental. El tercer paso nos acerca, aun más a la espiritualidad y nos convierte en maestros internos.
Queda un cuarto paso para aquellos que quieran compartir sus conocimientos e iniciar a otras personas, la Maestría. Nunca se aprende más que cuando enseñas. Siempre desde la consciencia, viviendo el aquí y el ahora, el momento presente. Siempre sin expectativas. Sólo armonizamos, re equilibramos la energía y dejamos que sea el mismo paciente quien decida su sanación. Simplemente…
Cuando el practicante coloca sus manos sobre el paciente y empieza a fluir la energía, se produce un acto de amor. Sólo viendo una terapia de REIKI, cuando los campos energéticos de las dos personas se unen y brillan como estrellas, logras comprender el pequeño milagro de la Vida.
Albert Matias
Albert Matias
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