23/5/10

Dulce reposo




Siempre has cuidado de mi, nunca le ha faltado a mi cuerpo alimento y cobijo. Suculentos manjares me has dado; suaves perfumes para ungir mi cuerpo, cintas de mil colores para engalanar mis cabellos. He dormido entre sábanas de seda, querubines alados han velado mi sueño. He tenido caprichos mundanos... Y todo ello me has dado y todo te he agradecido. Pero he seguido cruzando mares y ríos imaginarios de deseos y anhelos, sabiendo sin saber, confiando, esperando...

Dime:
¿Dónde queda el alimento para mi Alma, la Paz de mi corazón, la tranquilidad de mi Espíritu? ¿Por qué solo permites pequeños vislumbres de todo cuanto realmente anhelo?
Como el pequeño rayo que se abre paso, tímidamente, entre los nubarrones negros de un día de tormenta y con un estallido de Luz, desaparece, como si nunca hubiera existido. Así son tus concesiones para mi Espíritu.

¿Cuando has permitido que una bocanada de aire fresco, que un halo de Luz brillante, que una sola primavera llegara a mi vida? Me das y me quitas a la velocidad del rayo, para que nunca pueda alcanzarla.

Y me pregunto: ¿Por qué?

Te quedas sentado en tu Trono, tranquilo, sereno, seguro. Sabiendo, esperando mi vuelta cual fiel amante, con los brazos extendidos y la mirada expectante, deseoso de ese encuentro... Y así, siempre sucede. Regreso agotada, llorosa, rendida, clamando tu abrazo. Y reposo en tu regazo, como un niño perdido. Vuelvo a dormir mi sueño y a consumir mi anhelo.

Contigo, siempre contigo.

MARÍA


19/5/10

Manual del Guerrero de la Luz


Cada vez que el guerrero saca su espada, la utiliza.
Puede servir para abrir un camino, ayudar a alguien, o alejar un peligro. Pero una espada es caprichosa, y no le gusta ver su lámina expuesta sin razón.
Por eso el guerrero jamás amenaza. Puede atacar, defenderse, o huir, cualquiera de estas actitudes forma parte del combate. Lo que no forma parte del combate es desperdiciar la fuerza de un golpe hablando sobre él.
Un guerrero de la luz está siempre atento a los movimientos de su espada. Pero no puede olvidar que al espada también está atenta a sus movimientos.
Y ella no fue hecha para ser usada con la boca.


Manual del Guerrero de la Luz
Pablo Coello

10/5/10

El Amor



Dijo Almitra: Háblanos del Amor.

Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces, dijo con gran voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo.
Y cuando su camino sea duro y difícil.
Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera.
Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce nuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines.

Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda.
Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.

Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.
Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.

Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.

Pero si, en vuestro miedo, buscareis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales.
Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.
El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.
El amor no posee ni es poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor.

Cuando améis no debéis decir: "Dios está en mi corazón", sino más bien: "Yo estoy en el corazón de Dios."
Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.

El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.
Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos:

Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.
Saber del dolor de la demasiada ternura.
Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente.
Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.
Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar. Volver al hogar con gratitud en el atardecer.
Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.

KHALIL GIBRÁN - El Profeta

1/5/10

LOS MIEDOS DEL ALMA


Hoy te he mirado a los ojos, y he sentido tu miedo.
He podido oler tu aroma, ácido y dulzón, emanando por todos los poros de tu piel.
He podido oír un ligero sonido en tu interior, como si algo realmente se estuviera rompiendo.
He podido palpar tus manos húmedas y he sentido en mi boca el sabor de tus lágrimas saladas y amargas.
Todos mis sentidos percibiendo al mismo tiempo, ese miedo profundo, desconocido, que nace de nadie sabe dónde y que se oculta, tal vez, en las profundidades más inaccesibles del Alma humana, que mora en lugares ocultos, donde la razón no tiene ningún acceso, y un día sale, se manifiesta, te atrapa, te paraliza........
Ante tal manifestación me he sentido aturdida.
¿Qué puedo decir yo?
¿Qué gesto, que palabra, que consuelo.....?
¿Cómo puedo tener acceso a lo inaccesible?
¿Cómo puedo tener consuelo para lo inconsolable?
Me hubiera gustado, amigo mío, entrar en tu Sagrado Templo y encender velas, tocar campanas, abrir todas las puertas y ventanas para que se inundara de Luz y que a través de ellas, pudieras ver los campos, las montañas, las flores.......pudieras sentir en tu rostro la suave brisa del día, la calidez del sol y así, celebrar la vida ...
Pero nada de eso hice, porque nada de eso puedo hacer.
Y más tarde, en tu abrazo, entendí, que aceptabas mi silencio, como el mejor bálsamo, como el mejor consejo, como la mejor palabra...

Para ti, todo mi amor,
todo mi respeto,
toda mi lealtad,
Para ti, amigo mío, y para siempre...

De todas las batallas que libramos a lo largo de nuestro camino, la del miedo, es tal vez, de las más difíciles y dolorosas.

Maria.