Hoy te he mirado a los ojos, y he sentido tu miedo.
He podido oler tu aroma, ácido y dulzón, emanando por todos los poros de tu piel.
He podido oír un ligero sonido en tu interior, como si algo realmente se estuviera rompiendo.
He podido palpar tus manos húmedas y he sentido en mi boca el sabor de tus lágrimas saladas y amargas.
Todos mis sentidos percibiendo al mismo tiempo, ese miedo profundo, desconocido, que nace de nadie sabe dónde y que se oculta, tal vez, en las profundidades más inaccesibles del Alma humana, que mora en lugares ocultos, donde la razón no tiene ningún acceso, y un día sale, se manifiesta, te atrapa, te paraliza........
Ante tal manifestación me he sentido aturdida.
¿Qué puedo decir yo?
¿Qué gesto, que palabra, que consuelo.....?
¿Cómo puedo tener acceso a lo inaccesible?
¿Cómo puedo tener consuelo para lo inconsolable?
Me hubiera gustado, amigo mío, entrar en tu Sagrado Templo y encender velas, tocar campanas, abrir todas las puertas y ventanas para que se inundara de Luz y que a través de ellas, pudieras ver los campos, las montañas, las flores.......pudieras sentir en tu rostro la suave brisa del día, la calidez del sol y así, celebrar la vida ...
Pero nada de eso hice, porque nada de eso puedo hacer.
Y más tarde, en tu abrazo, entendí, que aceptabas mi silencio, como el mejor bálsamo, como el mejor consejo, como la mejor palabra...
Para ti, todo mi amor,
todo mi respeto,
toda mi lealtad,
Para ti, amigo mío, y para siempre...
De todas las batallas que libramos a lo largo de nuestro camino, la del miedo, es tal vez, de las más difíciles y dolorosas.
He podido oler tu aroma, ácido y dulzón, emanando por todos los poros de tu piel.
He podido oír un ligero sonido en tu interior, como si algo realmente se estuviera rompiendo.
He podido palpar tus manos húmedas y he sentido en mi boca el sabor de tus lágrimas saladas y amargas.
Todos mis sentidos percibiendo al mismo tiempo, ese miedo profundo, desconocido, que nace de nadie sabe dónde y que se oculta, tal vez, en las profundidades más inaccesibles del Alma humana, que mora en lugares ocultos, donde la razón no tiene ningún acceso, y un día sale, se manifiesta, te atrapa, te paraliza........
Ante tal manifestación me he sentido aturdida.
¿Qué puedo decir yo?
¿Qué gesto, que palabra, que consuelo.....?
¿Cómo puedo tener acceso a lo inaccesible?
¿Cómo puedo tener consuelo para lo inconsolable?
Me hubiera gustado, amigo mío, entrar en tu Sagrado Templo y encender velas, tocar campanas, abrir todas las puertas y ventanas para que se inundara de Luz y que a través de ellas, pudieras ver los campos, las montañas, las flores.......pudieras sentir en tu rostro la suave brisa del día, la calidez del sol y así, celebrar la vida ...
Pero nada de eso hice, porque nada de eso puedo hacer.
Y más tarde, en tu abrazo, entendí, que aceptabas mi silencio, como el mejor bálsamo, como el mejor consejo, como la mejor palabra...
Para ti, todo mi amor,
todo mi respeto,
toda mi lealtad,
Para ti, amigo mío, y para siempre...
De todas las batallas que libramos a lo largo de nuestro camino, la del miedo, es tal vez, de las más difíciles y dolorosas.
Maria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario