En memoria de mi padre.
Norte de Vietnam, 7 de Agosto 2010.
Pedí al guía del grupo Ñing, comprar incienso. Deseaba como todos los años, en esa fecha, poder ofrecerte flores. Pero me dijo que eso no sería posible.
Así es que me hice con tres paquetes de incienso, para ir ofreciéndolo en los pequeños Templos que íbamos a visitar ese día.
Los Templos, estaban situados en una hermosa montaña. Para llegar hasta ellos, tenías que ir subiendo unas escaleras bastante empinadas, llenas de agua y barro e ir con cuidado de no resbalar.
Chispeaba ligeramente, y una suave neblina, le daba al lugar una sensación de misterio y magia.
En los altares, sencillos pero con gran encanto, fui depositando los paquetes de incienso. Dejaba una barrita encendida, el resto era donación.
Me hubiera gustado ofrecerte flores...
Al bajar de los Templos, despejó. Las nubes desaparecieron y un hermoso cielo azul con un sol abrasador, salió a recibirnos.
Nos esperaban unas pequeñas "canoas" para dar un paseo por el río. En cada embarcación solo dos personas. Bien! Paseo tranquilo, sin multitud. Además íbamos los primeros. Realmente maravilloso.
El paisaje increíblemente bonito, las montañas cubiertas de una vegetación verde. Muy luminosas, originales, muy especiales. Se diría que te acogían, que te daban la bienvenida. El suave sonido del agua, acariciada suavemente por los pequeños remos. Los pájaros cantaban de una forma especial… Un gran silencio lo envolvía todo.
Sentí una extraña emoción y, sin apenas darme cuenta, mis mejillas estaban húmedas.
Estaba experimentando una energía que fluía directamente desde el chacra del Corazón...
De repente, la persona que llevaba la canoa dio un giro. Estábamos entrando en un gran espacio de nenúfares. Era increíble, apenas se veía el agua.
Dos nenúfares, de un rosa intenso, destacaban entre todos. Con una gran destreza, la persona que llevaba la canoa, los cogió y me los ofreció.
Sonreí...Flores! Podía haber sucedido un poco antes...
Sonaba una música a lo lejos. A medida que nos íbamos acercando, se oían perfectamente los cantos. Sonaba a fiesta.
Le pregunté a la mujer que llevaba la canoa. ¿Qué son esos cánticos?
- ¿tu quieres bajar?
- Si, le dije, ¿Qué están celebrando?
- Una familia se ha reunido junto a un Altar de Buda. Celebran la prosperidad, pero sobre todo rinden culto y recuerdo a los difuntos…
Sentí un nudo en la garganta. Bajé de la pequeña canoa, con los dos hermosos nenúfares en mis brazos, junto al corazón.
Me acerqué al Altar. La gente cantaba, danzaba, encendían incienso, reverenciaban...
Sus atuendos eran bonitos, de un gran colorido.
Me acerqué lentamente a la que pensé era "La Maestra de Ceremonias"
- Madame...
La mujer me miró directamente a los ojos y sonrió. Extendí mis brazos con los dos grandes nenúfares...
- Para Buda....le dije.
Juntó sus manos e inclinó ligeramente la cabeza, en señal de saludo y bienvenida. Seguidamente recogió las flores y las depositó junto al Buda...
Ese día, en ese país, mi padre, también tuvo sus flores...
Gracias.
MARIA
Pedí al guía del grupo Ñing, comprar incienso. Deseaba como todos los años, en esa fecha, poder ofrecerte flores. Pero me dijo que eso no sería posible.
Así es que me hice con tres paquetes de incienso, para ir ofreciéndolo en los pequeños Templos que íbamos a visitar ese día.
Los Templos, estaban situados en una hermosa montaña. Para llegar hasta ellos, tenías que ir subiendo unas escaleras bastante empinadas, llenas de agua y barro e ir con cuidado de no resbalar.
Chispeaba ligeramente, y una suave neblina, le daba al lugar una sensación de misterio y magia.
En los altares, sencillos pero con gran encanto, fui depositando los paquetes de incienso. Dejaba una barrita encendida, el resto era donación.
Me hubiera gustado ofrecerte flores...
Al bajar de los Templos, despejó. Las nubes desaparecieron y un hermoso cielo azul con un sol abrasador, salió a recibirnos.
Nos esperaban unas pequeñas "canoas" para dar un paseo por el río. En cada embarcación solo dos personas. Bien! Paseo tranquilo, sin multitud. Además íbamos los primeros. Realmente maravilloso.
El paisaje increíblemente bonito, las montañas cubiertas de una vegetación verde. Muy luminosas, originales, muy especiales. Se diría que te acogían, que te daban la bienvenida. El suave sonido del agua, acariciada suavemente por los pequeños remos. Los pájaros cantaban de una forma especial… Un gran silencio lo envolvía todo.
Sentí una extraña emoción y, sin apenas darme cuenta, mis mejillas estaban húmedas.
Estaba experimentando una energía que fluía directamente desde el chacra del Corazón...
De repente, la persona que llevaba la canoa dio un giro. Estábamos entrando en un gran espacio de nenúfares. Era increíble, apenas se veía el agua.
Dos nenúfares, de un rosa intenso, destacaban entre todos. Con una gran destreza, la persona que llevaba la canoa, los cogió y me los ofreció.
Sonreí...Flores! Podía haber sucedido un poco antes...
Sonaba una música a lo lejos. A medida que nos íbamos acercando, se oían perfectamente los cantos. Sonaba a fiesta.
Le pregunté a la mujer que llevaba la canoa. ¿Qué son esos cánticos?
- ¿tu quieres bajar?
- Si, le dije, ¿Qué están celebrando?
- Una familia se ha reunido junto a un Altar de Buda. Celebran la prosperidad, pero sobre todo rinden culto y recuerdo a los difuntos…
Sentí un nudo en la garganta. Bajé de la pequeña canoa, con los dos hermosos nenúfares en mis brazos, junto al corazón.
Me acerqué al Altar. La gente cantaba, danzaba, encendían incienso, reverenciaban...
Sus atuendos eran bonitos, de un gran colorido.
Me acerqué lentamente a la que pensé era "La Maestra de Ceremonias"
- Madame...
La mujer me miró directamente a los ojos y sonrió. Extendí mis brazos con los dos grandes nenúfares...
- Para Buda....le dije.
Juntó sus manos e inclinó ligeramente la cabeza, en señal de saludo y bienvenida. Seguidamente recogió las flores y las depositó junto al Buda...
Ese día, en ese país, mi padre, también tuvo sus flores...
Gracias.
MARIA
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