3/9/11

ENCUENTRO EN KRABI



Cuando cerré la puerta de mi casa para trasladarme al aeropuerto, sentí cerca de mí una energía especial y comenté a mis compañeros de aventura

-Este año, Miguel (el Arcángel, claro) viene conmigo.

Cuando me suceden "estas cosas", no las paso ni por la mente ni por el corazón. La mente seguramente me diría !ah, realmente necesitas estas vacaciones, empiezas a "alucinar" y el corazón, con buena intención, se hincharía como un air-bag que ha recibido un gran golpe y caería irremediablemente en lo que llamamos "orgullo espiritual”. Así es, que cuando me pasa algo así, simplemente cierro los ojos y agradezco a "quién sea" con la mejor de mis sonrisas, y me quedo con ello…
Las experiencias, las sincronicidades, el fino y agudo sentido del humor que me han acompañado estos días no han sido, os lo aseguro, meras "casualidades".
Las pruebas han sido durillas. Muchas veces me sentía como en mis años de estudiante, cuando me sentaba en un pupitre, a veces demasiado grande y otras, curiosamente, demasiado pequeño. Y allí tenía que dar buena cuenta de todos los conocimientos adquiridos a lo largo del año.
No he sido buena estudiante, pero una cierta atención y una gran intuición, me hacían salir airosa de ciertas batallitas. Pero con ÉL no me ha servido. No está por tonterías, ni admite "estrategias".

- Mañana nos vamos, le dije
- Sin respuesta…

Me acerqué a mi sitio preferido. Una tumbona de madera descolorida y "crujiente". Eso sí, con colchoneta y toalla y un paisaje impresionante. Acantilados exuberantes, palmeras, cielo azul, agua, verde esmeralda, arena de coral blanco. Las barquitas entrando y saliendo (un tanto ruidosas para lo que es el lugar), pero también sirven de "toma tierra" o corres el riesgo de pensar que estas en el mismísimo paraíso.
Dos personas se sentaron a mi lado derecho. Un joven de unos treinta años con una señora de mediana edad muy guapa. La persona que estaba conmigo, me tocó el brazo en señal de atención.

- Mira...

Seguí la dirección de sus ojos, que estaban atentos al pecho del chico.
Un tatuaje. Un tatuaje de un hermoso Ángel.
El lugar estaba repleto de tumbonas, de toallas, de gente bañándose, tomando el sol, leyendo, conversando... Y allí, junto a mí, en mi lado derecho, reposando suavemente entre el costado y el pecho de ese chico, un Ángel...
Sus bonitas alas se mecían acompasadas por la suave respiración de su portador.

Vocecilla:

-Pregúntale, ja, ja, ...
- No podré, no sé qué idioma hablan...

El chico se giró y le dijo algo a la señora.

- Per favore mamma!

-Italiano, es italiano…

Vocecilla:

- Pregúntale, no seas cortada, el italiano lo entiendes bastante bien ¿no?
- Cinco veces es ese país...
- Pregúntale quién es el Ángel...
- Scusami per favore, scusa la mia indiscrezione. E Angelo o Arcangelo?

El chico volvió su rostro hacia mí. Parecía un niño. Su tez no había tomado todavía, el tono tostado y saludable que te da el lugar. Su cuerpo era flacucho. El color de sus ojos se confundía con el mar. Señalé tímidamente con mi dedo al Ángel.
Bajó los ojos y contempló el Ángel por unos segundos. Después me miró, sonrió y dijo…

- Arcangelo

Vocecilla:

- Pregunta, pregunta, ja, ja...
- ¿Como si chiama el Arcángelo?
- Miguel, se llama Miguel
- Mille gracie.

Caía una suave neblina. Recosté mi cuerpo en la tumbona, que crujió suavemente. Tenía una ligera sonrisa en mis labios y una gran paz en mi corazón. Creo que me dormí.

Sentí en mi rostro unas ligeras punzadas, como si pequeñísimas agujas intentaran atravesarlo suavemente. Desperté. Empezaba a llover. Se avecinaba tormenta. En ese lugar era normal.
Ahora caía toda el agua del mundo, ahora el sol salía con una fuerza sorprendente. La gente corría a refugiarse hacia una especie de bareto, hecho con cañas destartaladas. Parecía imposible que pudiera con la tormenta y no colara el agua. Pues no colaba. Ni una gota.
Fui lo más rápida que pude en recoger mis cosas y llegar al bar lo antes posible. La gente se amontonaba. No había sitio para sentarse. De repente, una voz se alzó ligeramente y agitando el brazo me dijo…
- Hey bella, venire qui...

La madre del chico me hacía señales para que me aventurara a pasar por entre la gente y sentarme junto a ella en un minúsculo espacio, donde tuve que ingeniármelas para colocarme. Si hubiera pesado 100 gramos mas, no lo consigo.
La mujer sonreía, tenía en sus manos un delicioso "mojito" y el tintineo de los cubitos de hielo me hizo ser consciente de la sed que tenía...

- Chiedi uno, e buonissimo.
- O.K. No me pude resistir.

Cuando me sirvieron el delicioso brebaje y antes de tan siquiera probarlo, ella me dijo:

- Tu eres una persona de buon cuore. Quiero explicarte la historia del mío figlio. Del Arcángelo.

Sentí que lo que venía a continuación era algo que la señora no explicaba alegremente a cualquiera. Que era algo muy íntimo y que por las razones que fueran quería compartir conmigo.
Así es que di un pequeñísimo sorbo a la bebida que tenía delante y decidí escuchar con todos mis sentidos. No solo con los oídos, sino también con el corazón. El mojito lo tomaría después. Era como si a sed de repente hubiera desaparecido.

"Una noche, hace ya dos años, mi hijo salió de fiesta con unos amigos. Tú sabes! La juventud! Quizá bebió más de la cuenta, quizá fumó algo que no debía! Quién sabe!!! Falta de responsabilidad…
Conducía una máquina potente. Un Mercedes último modelo, máxima velocitá. En una curva se salió y cayó por un terraplén de varios metros.
Cuando descendía, él pensó

-Dio, es la muerte...

Pero de repente, unos brazos y unas potentes manos, le envolvieron. Las fuertes y potentes manos las sintió entre su pecho y las costillas del lado izquierdo de su cuerpo. El coche perdió velocidad de caída y en unos instantes más, "reposaba" en el suelo.

-El mio figlio sin un rasguño, el coche intacto..

Los compañeros que le seguían y vieron el accidente lloraban…

- È morto!!!

Llegaron ambulancias y policías. Nadie, nadie tuvo una explicación mínimamente razonable para lo ocurrido. El impacto de la caída era mortal o tremendamente grave.
Cuando pude hablar con mi hijo me dijo:
- Ha sido el Arcàngelo mamma. El Arcángelo Miguel.

- Mi hijo no es de iglesias. No va a misa y no está metido en ninguna filosofía espiritual. Nunca antes había hablado de Ángeles. Jamás.

Al poco tiempo "sintió" que tenía que hacerse el tatuaje para que el Ángel, estuviera siempre cerca de él. En su propia carne.
No lo dejaba tocar a nadie.

- Yo soy tu madre. Déjame tocar el Ángel
- No mamma, cuando yo te lo diga...

Hace apenas unos dias que me ha dado "permiso".

- Ahora si mamma, ahora puedes...

Esta es la historia del mío figlio que yo respeto profundamente. A veces también me sorprendo a mi misma rezando al Arcángel, dándole las gracias y pidiéndole que siga cuidando de él.
Nos miramos haciendo un esfuerzo por impedir la salida de una lágrima. Eso fue todo. Ella había querido compartirlo conmigo, yo he decidido compartirlo con todos vosotros.
Se levantó. Ya no llovía. Volvió a salir el sol y la gente se acomodaba de nuevo en las tumbonas, dándose cremitas en el cuerpo.
Al día siguiente partía para su país y yo para el mío. Seguramente no volveríamos a vernos.

- Ciao, bella...

No me dio la mano, no me dio un beso de despedida...Simplemente se levantó y desapareció entre la gente...
Bebí mi mojito a pequeños sorbos. Había perdido todo su sabor. Solo era hielo con algo... Pero no me importó. No me importó nada…

María.



1 comentario:

Fairy of sun dijo...

Me he emocionado mucho leyendo esto María...gracias por escribirlo

Marisa