El cuarzo es un mineral compuesto de Dióxido de Silicio. Formado dentro de la madre tierra durante miles de años, gracias al calor, la presión y la oscuridad, se presenta en forma de cristales hexagonales de gran belleza.
En su forma transparente, libre de impurezas, se le llama Cristal de Roca y se presenta en diferentes formaciones como las drusas que son extensiones planas con multitud de puntas que luego se separan y las geodas que son formaciones esféricas huecas, en cuyas paredes se han formado múltiples cristales.
Las características principales de este mineral, aparte de su belleza ornamental, son:
Es piezoeléctrico y actúa como transductor, lo que significa que es capaz de amplificar la energía cuando esta lo atraviesa y de ahí su utilización en amplificadores. Nosotros también podemos utilizarlo como un amplificador de la energía que sale de nuestras manos.
Tiene capacidad de resonancia y cuando recibe un estimulo es capaz de guardarlo en su memoria interna y repetirlo indefinidamente. Esta cualidad de memoria, hace que podamos utilizarlo como un programador y conservar en su memoria órdenes de sanación y ayuda para nuestros pacientes.
Es termoluminiscente. La termoluminiscencia es la capacidad de emitir luz. Si lo exponemos a la radiación lumínica de cualquier tipo es capaz de conservar y emitir esta misma luz.
Estas propiedades energéticas, son capaces de influir en determinadas estructuras del organismo humano.
Colocados sobre determinados puntos de nuestro cuerpo, especialmente sobre los chacras, su vibración equilibra y armoniza nuestra energía. Su estructura interna presenta una ordenación y equilibrio perfectos que actúan sobre las energías de alta vibración y las convierten en curativas.
La mejor forma de utilizarlo es en puntas separadas sin pulir, arrancadas directamente de la drusa para que así conserve toda la fuerza telúrica. Basta limpiarlos a fondo, la primera vez que estén en nuestras manos, sumergiéndolos en agua pura con sal y después frecuentemente después de cada utilización bajo un chorro de agua fría, para liberarlos de las energías de baja vibración que pudieran haberse adherido.
También podemos recargarlos exponiéndolos al Sol, enterrándolos bajo tierra o transmitiéndoles energía con nuestras manos.
Albert
En su forma transparente, libre de impurezas, se le llama Cristal de Roca y se presenta en diferentes formaciones como las drusas que son extensiones planas con multitud de puntas que luego se separan y las geodas que son formaciones esféricas huecas, en cuyas paredes se han formado múltiples cristales.
Las características principales de este mineral, aparte de su belleza ornamental, son:
Es piezoeléctrico y actúa como transductor, lo que significa que es capaz de amplificar la energía cuando esta lo atraviesa y de ahí su utilización en amplificadores. Nosotros también podemos utilizarlo como un amplificador de la energía que sale de nuestras manos.
Tiene capacidad de resonancia y cuando recibe un estimulo es capaz de guardarlo en su memoria interna y repetirlo indefinidamente. Esta cualidad de memoria, hace que podamos utilizarlo como un programador y conservar en su memoria órdenes de sanación y ayuda para nuestros pacientes.
Es termoluminiscente. La termoluminiscencia es la capacidad de emitir luz. Si lo exponemos a la radiación lumínica de cualquier tipo es capaz de conservar y emitir esta misma luz.
Estas propiedades energéticas, son capaces de influir en determinadas estructuras del organismo humano.
Colocados sobre determinados puntos de nuestro cuerpo, especialmente sobre los chacras, su vibración equilibra y armoniza nuestra energía. Su estructura interna presenta una ordenación y equilibrio perfectos que actúan sobre las energías de alta vibración y las convierten en curativas.
La mejor forma de utilizarlo es en puntas separadas sin pulir, arrancadas directamente de la drusa para que así conserve toda la fuerza telúrica. Basta limpiarlos a fondo, la primera vez que estén en nuestras manos, sumergiéndolos en agua pura con sal y después frecuentemente después de cada utilización bajo un chorro de agua fría, para liberarlos de las energías de baja vibración que pudieran haberse adherido.
También podemos recargarlos exponiéndolos al Sol, enterrándolos bajo tierra o transmitiéndoles energía con nuestras manos.
Albert
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