17/12/09

Mandalas


Hay momentos en la vida de los seres humanos en que un abismo divide el mundo del “antes” del mundo del “después”. Nada es como era. Son momentos insoportables, desprovistos de todo sentido de orientación, en los que la existencia y nuestro ser son materia de duda. Son momentos en que el caos nos circunda, nos abruma y parece que no podemos salir de la oscuridad.
Los mandalas son tan hermosos que nos dejan extasiados, pues son testigos de un viaje al centro del universo, lo mismo que al microcosmos del organismo físico de los humanos y de su espíritu.
Mandala – termino tomado por Carl Gustav Jung del sánscrito, que luego se convirtió en una definición en términos religiosos y psicológicos – significa “círculo”. En psicología este círculo es, sobre todo, un símbolo de integridad. La experiencia demuestra que personas de distintas culturas y religiones se sienten fuertemente atraídas por este sentido de integridad, en especial durante los momentos de crisis personal, de desorientación o de conflictos aparentemente irresolubles. Los mandalas proporcionan un sentido de paz interior y de reconciliación, de orden en medio del caos. Al meditar y concentrar su atención en el núcleo del mandala, las personas que sufren un estado de confusión logran poner los pies sobre la tierra.
Percibimos los mandalas desde el exterior, pero también desde el interior, desde la profundidad del alma(a través de los sueños, de la imaginación, de pinturas, de experiencias espirituales). Recurrir a un mandala es un intento natural de curarnos por nuestra cuenta, un gesto que, obviamente, surge de un impulso instintivo. Cuando estamos en peligro de perdernos, los mandalas nos ayudan a recuperar nuestra identidad, a encontrar el núcleo interior cálido y protegido, en el cosmos y en nuestro ser – el cual también está conformado por aspectos obscuros.
Necesitamos los mandalas más que nunca. Es nuestro deseo que, en los tiempos difíciles que vivimos, los mandalas nos ayuden a fortalecer nuestras almas y nos coloquen en el camino correcto hacia la sanación.
Brigitte Spillmann-Jenny. Instituto Carl Gustav Jung


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